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Leí con preocupación “Una política económica para la Colombia Humana”, manifiesto que compila la visión económica del líder progresista. En el núcleo del documento Petro propone: “sacar los recursos del ahorro obligatorio para pensiones y salud del control de los dueños privados de la banca”. Con ese ahorro se financiaría la industrialización desde la banca pública, partiendo del Banco Agrario, entidad que tendría en su junta la participación de campesinos y cooperativas agroindustriales.

Suena bien. Criticar al sistema financiero genera aplausos, decir que les va a quitar plata lleva a la ovación. Sin embargo, esta es la cuota inicial para expropiar nuestro ahorro. Hagamos doble ‘click’ en las pensiones.

¿Es una medida sensata?

Imagine que usted tiene $50 millones en su cuenta individual, valor que sería tomado por el Estado para, tal como afirma Petro, “conducirlo a la inversión en el agro y la industria”. La idea no puede sonar mejor. El problema empieza cuando un banco público, o la entidad que sea, dirigido por políticos o por una “junta administrada por campesinos”, otorga créditos con criterio político. Olvídese de las evaluaciones de riesgo previas al otorgamiento de un crédito, olvídese de la capacidad de pago, olvídese de sus $50 millones.

Ese es el denominador común de la banca pública en Colombia, donde escasean los ejemplos exitosos. Y no es cuestión de la izquierda, es un tema de alineación de incentivos. Las AFP no cometen locuras porque la regulación pone límites a sus inversiones, existen códigos de gobierno corporativo y opera un marco integral de supervisión.

Al perderse los recursos, a usted lo están expropiando. Algunos dirán: “el Estado responde”. A ellos les digo ¿Cómo creen que responde? Pues con mayores impuestos, deuda o inflación. Tres alternativas peligrosas.

Petro ya sabe del tema. En la Secretaría de Desarrollo Económico de Bogotá trató de crear un banco para apoyar a los “emprendedores de la economía popular”. En ese caso los recursos eran públicos. El proyecto no fue laureado. Ahora calcule lo que podría hacer un político, con intención de continuidad, con los más de $218 billones que administran los fondos de pensiones obligatorias. ‘Bocatto di cardinale’.

Llamado de atención

Es claro que el exalcalde promueve una innecesaria lucha de clases y, sobre todo, tiene pésimas iniciativas, que, afortunadamente, no materializa. ¿O cuál es el legado de la Bogotá Humana? Pese a esto, como sociedad debemos evitar que estos discursos cojan vuelo. En 2022 puede llegar un ejecutor, con respaldo popular y malas ideas.

Por ello propongo aunar esfuerzos en cinco líneas, en las que existen oportunidades de mejora: i) No aplacemos más la reforma pensional. Se debe definir una estructura que solucione los problemas de equidad, cobertura, sostenibilidad y solidaridad; ii) ensanchemos la competencia en el régimen de ahorro individual con solidaridad; iii) redefinamos estándares de idoneidad de agentes comerciales que ofrezcan productos pensionales o de seguros; iv) capacitemos diariamente a la sociedad (periodistas, estudiantes, políticos, empresarios) sobre temas económicos; v) trabajemos en la materialización del Conpes 3866 (Política de desarrollo productivo).

Estas y otras grietas, algunas más graves, son caldo de cultivo de proyectos políticos que atentan contra nuestro futuro. Pilas pues.

 

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/gustavo-petro-y-el-fin-del-ahorro-pensional-por-freddy-castro/251845